El estómago cuenta con una secreción mucosa que actúa como barrera protectora y que se halla disminuida en caso de úlceras. Teniendo en cuenta las múltiples funciones que desempeña el jugo gástrico, resulta más sensato abordar el tratamiento de dicho trastorno tratando de fortalecer la mucosa protectora en lugar de inhibir la secreción estomacal, como suele hacer la medicina alopática.
Sin embargo, en los casos en que se produce realmente un exceso de ácido clorhídrico, ¿a qué se debe dicha alteración? El estudio de la fisiología estomacal nos puede ayudar a esclarecer este asunto. El estómago fabrica el ácido clorhídrico a partir de cloruro de sodio, agua y dióxido de carbono. Al verificarse la reacción química consiguiente, se produce además del ya mencionado ácido clorhídrico, bicarbonato de sodio.
Mientras que el ácido clorhídrico es vertido al estómago, el bicarbonato se vierte a la circulación. El bicarbonato sódico mantiene alcalina la sangre. Por tanto, la hiperclorhidria no es más que el efecto secundario de un mecanismo por el cual el organismo pretende mantener la alcalinidad de los humores y tejidos.
Pero, ¿qué es lo que amenaza la alcalinidad de células y fluidos vitales? Pues los ácidos metabólicos provenientes de un consumo abusivo de carnes, pescados, legumbres, lácteos, huevos, fructosa, semillas oleaginosas… No obstante acontece una paradoja, a las personas con úlcera se les prescribe una dieta basada en los lácteos, carnes, aves, pescados y huevos. Dicha dieta en principio puede aliviar algo puesto que las proteínas “gastan” el exceso de ácido gástrico, puesto que lo necesitan para su correcto desdoblamiento, pero a medio plazo las proteínas acidifican y por tanto contribuyen a gravar el problema.
Muchas personas relatan que la fruta, verduras… Le dan ardor de estómago y por tanto las evitan, lo que sucede es que dichos alimentos, al no contener apenas proteínas no requieren el concurso del ácido gástrico presente en el estómago y éste refluye cuando en el esfínter gastroesofágico existen bacterias que impiden el correcto cierre de esta válvula.
Recapitulando, la hiperclorhidria es un mecanismo de defensa contra la acidificación. La acidificación deriva de un escaso consumo de frutas y verduras así como un consumo habitual de carnes, pescados y proteínas en general (incluidas las vegetales). Además la proteína, aunque alivia de momento el ardor de estómago, estimula la secreción de ácido clorhídrico produciendo un efecto rebote al cabo de una o dos horas.
A título anecdótico diremos que existe una clase de hiperclorhidria extrema con manifiesta formación de úlceras, debida a la presencia de un tumor en el páncreas que segrega cantidades enormes de gastrina, una hormona estimulante de la secreción gástrica. Dicho trastorno se conoce con el nombre de síndrome de Zollinger-Ellison.
El resto de casos de úlcera de estómago se deben a una serie de factores que debilitan la mucosa gástrica y la vuelven vulnerable a la secreción fuertemente ácida del mismo. Estos factores son principalmente:
Parásitos, especialmente el áscaris, Bacterias, Fritos, Medicamentos antiinflamatorios, Estrés, No espaciar suficientemente las comidas, al menos 6 horas, Café, Hipoglucemia, Alcohol, Tabaco, Comer en un ambiente tenso y con prisa, Comer sin masticar lo suficiente, Alimentos alergénicos, especialmente los lácteo.
La hipoglucemia reactiva está muy relacionada con la úlcera de estómago, pues para normalizar los niveles de glucosa en sangre, las suprarrenales aumentan la secreción de catecolaminas y cortisol, hormonas hiperglucemiantes pero que en el caso de este último, al mismo tiempo ejerce un “efecto aspirina” que inhibe la producción de una serie de prostaglandinas que protegen la mucosa gástrica. Asimismo, el cortisol aumenta la secreción de ácido gástrico. De hecho, uno de los efectos secundarios del tratamiento con corticoides es la úlcera de estómago.
Ignacio Chamorro