Llega el otoño, la naturaleza cambia, empiezan a bajar las temperaturas y con ello aparecen las primeras gripes y resfriados.
Es por eso que debemos adaptar nuestra alimentación a este cambio de estación si queremos preparar nuestro cuerpo para el invierno y eliminar los excesos del verano.
¿Qué alimentos nos ofrece el otoño?
En esta época la tierra nos ofrece todavía variedad de frutas, resultantes del verano, y sobretodo verduras redondas y de raíz. La propia naturaleza nos indica qué es lo que debemos incrementar durante esta estación.
El verano termina, y con ello toda la energía de apertura. Al igual que los árboles que dirigen su energía hacia las raíces, despojándose así de sus hojas, para nosotros también es momento para recogernos, empezar a prepararnos para el frío invierno, y dejar atrás el verano.
Vamos a ver en detalle esta transición de final de verano.
¿Qué alimentos debemos incrementar?
Frutas: es aconsejable consumir las frutas propias de esta estación como las uvas, frutos del bosque, manzanas, etc… Reducir la cantidad de fruta cruda, y empezar a elaborar compotas, purés o mermeladas.
Verduras: vamos a incrementar el consumo de verduras redondas y de raíz propias de la temporada, como las cebollas, las calabazas, la coliflor, las coles, nabos o chirvías. Todas ellas nos darán el dulzor propio y necesario de esta estación. Es momento de reducir el consumo de ensaladas y hortalizas más propias del verano. Sin embargo no debemos olvidarnos de consumir la siempre necesaria verdura verde, en forma de escaldados, vapor o hervidos cortos.
Cereales: el mijo, la avena, la quinoa, el arroz dulce, el arroz salvaje. Será el momento de cambiar el arroz de grano largo tipo basmati, por el de grano más corto. Por otro lado también tenemos el cus-cus, el bulgur o pastas integrales de calidad.
Proteínas: buen momento para empezar a elaborar platos con legumbres como las azukis, garbanzos o lentejas, o otras proteínas como el tempeh, el seitán, o el tofu, siempre bien cocinados. Platos que nos nutran profundamente y nos calienten. Es también un buen momento para volver a consumir pescado fresco.
Aceites: tiempo para incrementar un poco el uso de aceite de calidad en nuestros platos, así como el uso de semillas de calabaza, sésamo, etc…
Algas: el consumo de algas de todo tipo que nos aportaran todos esos minerales que ahora más que nunca nuestro cuerpo necesita para recuperarnos de lo perdido durante el verano y prevenir así una carencia que propicia la aparición de resfriados, debilidad, y o estados de decaimiento.
Especies: cambiaremos las hierbas aromáticas frescas por las secas en las cocciones, así como especies mas picantes como la mostaza por especies que calienten como el clavo, el jengibre o la canela.
¿Qué cocciones serán las más adecuadas?
Así como en verano utilizamos recetas sin fuego, con variedad de crudos, marinados, etc., para contrarrestar el calor propio de la estación. Ahora en otoño debemos introducir más fuego y más tiempo a nuestras cocciones, con el objetivo de reforzarnos y calentarnos a un nivel profundo, cocciones que potencien el dulzor de nuestros platos. Para ello las más adecuadas serán las cocciones al vapor, estofados y salteados más largos, puntualmente tempuras y fritos, cocciones a presión para cereales y legumbres. Pero también lo podemos alternar con algunas cocciones más ligeras como los escaldados para las verduras verdes, hervidos cortos y salteados cortos.
¿Qué sabores debemos potenciar?
El dulce es el sabor del otoño, y así nos lo indica la naturaleza ofreciéndonos toda clase de frutas de final de verano y verduras dulces como las calabazas.
Un dulzor natural y de calidad propio de algunas frutas y verduras, que podemos potenciar con las cocciones adecuadas, nos nutrirán profundamente.
Una alimentación adecuada para cada estación es fundamental para ayudar a nuestro cuerpo a adaptarse a los cambios de tiempo, de luz, así como a los ritmos que cada estación exige.
Si cuando termina el verano y llega el frío, nosotros no cambiamos y seguimos comiendo frutas, ensaladas y bebidas refrescantes, enfriaremos nuestro cuerpo en exceso, y estaremos más expuestos a resfriarnos, por ejemplo. Si por el contrario reforzamos nuestro sistema inmunitario, y nuestro calor interior estaremos más preparados para los cambios de estación.