Muchos de los trastornos neurodegenerativos se deben a la acidificación del cuerpo, a problemas de oxigenación por deficiente irrigación sanguínea y a una inadecuada nutrición. Luego buena parte de los problemas que hoy se tratan con fármacos paliativos podrían resolverse de manera sencilla mediante una profunda desintoxicación y una dieta que asegure la presencia de nutrientes, especialmente de los aminoácidos esenciales que el cerebro necesita para su correcto funcionamiento. La eficacia de este método está contrastada en casos de depresión, ansiedad, insomnio, parkinson, alzheimer… En suma, en numerosas disfunciones mentales y trastornos del comportamiento. Javier Aizpiri, neuropsiquiatra de prestigio internacional, nos lo explica.
No todos los psiquiatras están de acuerdo con el rumbo que el tratamiento de la salud mental está tomando en nuestra sociedad. No todos piensan que los medicamentos antidepresivos sean la principal o única solución para la cura de los trastornos emocionales. No todos consideran que drogar a un niño con problemas de conducta sea el mejor camino para conseguir un adulto sano integrado en una sociedad mejor. Son pocos pero los hay. Y no todos son jóvenes atraídos por los cánticos de sirena de la antipsiquiatría.
Es el caso de Javier Aizpiri, neuropsiquiatra que vive y trabaja en Bilbao con la vitalidad de un adolescente y el carácter abierto de quien a fuerza de saltar obstáculos poco le importa el siguiente. Sin duda agotaría aún a muchos jóvenes si de dar un paseo por el monte se tratara pero ya no es un chaval. Tras realizar sus estudios de Medicina en Valladolid en una época en la que los medios al alcance de los galenos se limitaban casi a lo que la naturaleza ofrece hizo del Higienismo su principal herramienta terapéutica. Luego su práctica médica en el medio rural le enseñaría que el aire, el agua, el sol y la alimentación son los principales elementos de que dispone un enfermo para recuperarse y el médico para dirigir la recuperación.
Creador del Servicio de Alcoholismo y Toxicomanías en 1972 obtuvo el Premio Nacional de Psiquiatría en 1977. Sólo un año después se convertiría en director del Hospital Psiquiátrico de Zamudio pasando en 1982 a ser director de Drogodependencias del Gobierno Vasco y Jefe de Salud mental en Guipúzcoa. Fundador de los módulos de asistencia psicosocial de los barrios en el País Vasco, tras trabajar mucho y bien contra el alcoholismo y las drogodependencias la política le dejó fuera de juego. Bueno, la política… y su particular forma de atender a los enfermos precisamente cuando la corriente farmacológica se imponía social y comercialmente. Porque un día, de la noche a la mañana, se encontró en la calle buscando donde empezar de nuevo. Afortunadamente encontró hueco en la clínica bilbaína Indautxu y allí comenzó de cero. Hoy es director del área del Centro de Medicina Psico-Orgánica y del Instituto Burmuin (cerebro en euskera) de Bilbao, una forma diferente de tratar el alcoholismo, las toxicomanías, las depresiones, las alteraciones de la conducta alimentaria y otros problemas del comportamiento.
Hoy Javier Aizpiri entiende que es imposible separar los trastornos cerebrales de la falta de nutrientes adecuados para el cerebro; especialmente de aminoácidos, componentes básicos de las proteínas que intervienen en la formación de hormonas y neurotransmisores tanto en el cerebro como fuera de él. Y es que siempre que el organismo atraviesa crisis funcionales como desnutrición aguda o crónica, traumatismos, trastornos articulares, deficiencias cerebrales o nerviosas -estrés, depresiones, ansiedad, etc.- suele constatarse en sangre importantes variaciones en los valores normales de aminoácidos. Obviamente no todos los desarreglos tienen el mismo origen y de ahí que algunos pacientes con depresión respondan bien a determinados tratamientos mientras otros empeoran con ellos.
Afortunadamente para saber cuáles son las carencias nutricionales en el cerebro que han podido llevar a enfermar a un paciente Aizpiri y sus colaboradores tienen a su disposición la Cromatografía Líquidade Alta Resolución (HPCL), técnica que permite cuantificar hasta treinta y nueve aminoácidos fisiológicos circulantes en sangre no procedentes de la ruptura de proteínas.
Como se sabe hay dos “tipos” de aminoácidos: los que el organismo no produce de forma natural y deben pues incorporarse a través de la dieta –por eso se les llama esenciales ya que hay que asegurarse de ingerirlos- y los que sí puede producir o sintetizar el organismo -y de ahí que se llame no esenciales- aunque sean igualmente importantes.
Bueno, pues los que más problemas causan en el Sistema Nervioso Central debido a su carencia son el triptófano, la fenilalaninay la metionina. Pero es sobre todo el déficit de triptófano -precursor de la serotonina- la principal causa de la depresión y el aminoácido cuyo déficit suele detectarse en los cerebros de la inmensa mayoría de quienes han intentado suicidarse. “Después de tratar cerebros gravemente dañados por el alcohol o las drogas –nos diría Aizpiri- afrontar la depresión fue fácil. Un cerebro deprimido, al fin y al cabo, se encuentra bastante íntegro. Bueno, pues tras estudiar suficientes casos constatamos que en la mayoría de las depresiones había un déficit de sustancias triptofánicas; obviamente provocadas por carencias nutricionales o por agotamiento cerebral. Así que nos fue facilísimo entrar en ese ámbito. Y más cuando tuvimos la oportunidad de desarrollar una técnica de diagnóstico propia que nos permite valorar lo que está pasando”. Hablamos, en suma, de un descubrimiento trascendente. El “problema” es que los aminoácidos no son patentables. Y la dieta alimentaria que se recomienda a los enfermos tampoco. Y como los fármacos ocupan un plano absolutamente secundario en los tratamientos de Aizpiri y su trabajo es poco rentable para la industria farmacéutica lo que hace y consigue ¡se ignora cuando no se oculta! Está pues sometido a esa “ley del silencio” a la que se ven abocados quienes discrepan de las corrientes oficiales. Pero él es vasco, se ha forjado en una tierra donde durante años el plomo de las balas ha dejado todo tipo de cicatrices y se ha endurecido lo suficiente como para que le importe muy poco que sus colegas “oficialistas” pretendan silenciar su voz… y los resultados que consigue con sus tratamientos.
PODAR, ABONAR, PONER AL SOL
-Díganos, doctor, ¿qué se encuentran quienes acuden a ser tratados por usted con la Medicina Psico-orgánica?
-Intento transmitir que el cuerpo humano está compuesto por células que para que funcionen bien y durante largo tiempo deben estar adecuada y suficientemente nutridas, oxigenadas, descansadas y no intoxicadas. Obviamente como neurólogo me intereso especialmente por las neuronas, células especiales dotadas de una enorme capacidad para recibir y transmitir información. Y sé que toda nuestra vida, nuestra felicidad, nuestras emociones y nuestro futuro dependen de tener un buen sistema neuronal. Por eso con los conocimientos y medios de los que disponemos en el instituto y en tiempos a veces muy cortos tratamos de protegerlo sin intoxicarlo. Lamentablemente no hacemos todo lo que quisiéramos y podríamos porque tenemos medios limitados. Entre ellos el factor tiempo por la imposibilidad de sacar a la persona de su medio y trabajar con ella sin que esté presionada. Pero aún así nuestros resultados son enormemente satisfactorios. Sobre todo en el ámbito de la depresión y la ansiedad. Le aseguro que lo que hemos conseguido en los últimos veinte años es una maravilla. A nivel general lo que intentamos es que el enfermo se dé cuenta de que el protagonista de la historia es él y no nosotros, que tiene que hacer un esfuerzo para salir adelante, sacrificarse, recuperar un adecuado ritmo de sueño y seguir unas normas dietéticas, que tiene que cambiar sus hábitos de vida y no creer que va a curarse simplemente tomando pastillas. Basta este tipo de información y el compromiso del paciente para conseguir verdaderas maravillas, resultados increíbles.
-¿Cuántas personas tratan al año?
-A unas 6000, 1.800 son nuevos pacientes y la tercera parte casos de depresión. El problema es que muchos nos llegan tan graves que precisan ser ingresados. La mayoría viene cuando han fracasado en sus intentos de recuperarse con medicamentos y después de arrastrar su enfermedad muchos años en condiciones personales y familiares muy malas. Bueno, pues a pesar de todo a la gran mayoría los recuperamos. Y debo añadir que en todos estos años nuestra tasa de suicidios es prácticamente nula.
-Al parecer usted resume su trabajo con términos ecológicos: “Podar, abonar y poner al sol”.
-Sí. Es que soy agricultor y en mis horas libres me dedico a la Fruticultura. Y todo en la naturaleza se reduce a lo mismo. Podar es eliminar todo lo tóxico, abonar es dar nutrientes y poner al sol significa dar tiempo al ser vivo para que el sistema de limpieza y nutritivo haga su trabajo, para que pueda desarrollarse y producir. Es el abecé de la naturaleza y sirve lo mismo para los animales y las plantas que para las personas. Con los pacientes pues hay que hacer lo mismo. Hay que eliminar de su organismo todos los tóxicos así como corregir los hábitos nocivos; todo lo que evita que sus células se desarrollen y estén en plenitud. Obviamente para ello hay que estudiar íntegramente a la persona, valorar la función del sueño, el ejercicio físico, el sistema nutricional, el sistema de excreción y su mundo afectivo y emocional Después de podar hay que abonar, nutrir la célula, volver a recuperarla si está intoxicada o mal nutrida. Es curioso que en una sociedad del bienestar como la nuestra el mayor porcentaje de enfermos nos lleguen mal nutridos, antropológica y biológicamente. Y finalmente esperar porque el metabolismo de toda persona tarda un tiempo en recuperarse. Asimismo hay que hacer que el paciente adquiera hábitos nuevos y saludables. Al final lo que habrá es un conjunto de células que vuelven a funcionar al unísono.
-Luego la base de su tratamiento es la desintoxicación del organismo y el aporte de los nutrientes que el organismo necesita que en el caso de las personas con problemas mentales suele estar en una carencia de aminoácidos…
–La base de la vida es el aminoácido. No es la glucosa, ni los minerales, ni las vitaminas. El aminoácido es el ladrillo indispensable. Sin aminoácidos no hay vida. Todas las cadenas moleculares complejas que tenemos en el cuerpo -las que constituyen el sistema nervioso, el endocrino, el músculo-esquelético…- se componen de cadenas de aminoácidos. Hasta lo que transmitimos genéticamente son cadenas de aminoácidos. Pues bien, algunos son indispensables para el correcto funcionamiento neuronal. Y su ausencia es directamente responsable de muchos problemas en el cerebro que luego se manifiestan en trastornos afectivos y emocionales.
-¿Y cuáles son los más importantes?
-Hay muchos pero el más importante es el triptófano que es el precursor natural de la serotonina de la cual deriva a su vez la melatonina. De hecho la serotonina es la base de los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, los conocidos ISRS que son los más recetados en casos de depresión.
También es importante la metionina, otro aminoácido esencial que forma parte de todas las proteínas. Y, cómo no, el ácido glutámico que es el que utilizamos cada vez que trabajamos con las zonas neurales porque es la “gasolina” que quemamos. Cuando a una persona le falta ácido glutámico pierde la memoria y se cansa. Y si eso le lleva a decir que está “deprimido” se le receta un ISRS con lo que enferma aún más cuando es sólo ácido glutámico lo que le falta.
No menos importantes son también los precursores de los famosos ácidos grasos esenciales omega ya que son los que facilitan la transmisión cerebral. Y no debemos olvidarnos de la taurina, vital para el funcionamiento de la vista -si un niño no tiene taurina nace ciego y se queda ciego- y de la treonina que tiene que ver con los músculos y el estrés. Cuanta más treonina tienes mejor te enfrentas a las situaciones de estrés y muscularmente te encuentras mejor. Éstos son los más importantes.
-¿Quiere esto decir que si a un paciente deprimido se le receta sin más un ISRS y su problema es la carencia de otro aminoácido el remedio puede ser peor que la enfermedad?
-Exacto. En los ensayos sobre antidepresivos siempre hay un tercio -o algo más- de la muestra que se consideran “depresiones resistentes”, otro tercio que mejora con un simple placebo y otro tercio que responde al fármaco, al inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina. La realidad no es que existan “depresiones resistentes” sino que se trata de depresiones que no se resuelven con serotonina. El gran fracaso de este tipo de abordaje es que se basa sólo en la serotonina -triptófano para entendernos- y cuando éste se ingiere con un ISRS siendo los niveles normales ¡el paciente puede empeorar! Se puede poner muy nervioso e inquieto y al final acabar tomando más antidepresivos iniciando una escalada. O benzodiazepinas para eliminar la ansiedad cuando lo que en realidad le pueden faltar son ácidos grasos de la serie omega o ácido glutámico porque lo que tiene es un agotamiento cerebral por cansancio y/o estrés. En suma, a menudo con la ingesta de un ISRS el paciente no sólo no mejora sino que entra en una espiral de graves efectos secundarios.
–¿Y cómo valoran ustedes la situación real de cada paciente?
–Ante todo debemos hacer una historia completa del enfermo. En Medicina hay que “perder tiempo» haciendo la historia del paciente porque debe ser lo más precisa posible. Nosotros tardamos casi una hora en ello. Tienes que saber los ritmos de sueño, de alimentación, de nutrición, el mundo afectivo y emocional, los temas hereditarios…Hay que recoger toda la información para luego saber qué es lo que está mal. Luego debemos conocer cuáles son los principales síntomas. Nosotros, además de otras analíticas, hacemos el análisis de aminoácidos libres que nos permite saber qué nutrientes faltan en el cerebro. Y obviamente lo que hacemos es aportarlos de inmediato. Además casi desde el primer momento sugerimos dietas de limpieza y recuperación con productos lo más naturales posible porque todo el mundo viene muy intoxicado y con una mala dieta. Por eso desde el primer momento, antes incluso de conocer los resultados de las analíticas, empezamos a nutrir el cerebro y el organismo ya que así vamos ganando tiempo. Porque que yo sepa nadie se ha muerto por comer fruta y legumbres. Manejamos una dieta universal y luego aportamos los nutrientes que faltan porque si una persona viene sin omegas y sin triptófano hay que poner al menos 250 mg diarios. De lo contrario el cuerpo no tendrá capacidad metabólica para formar las cadenas de péptidos.
-Dice que el triptófano es el aminoácido más esencial para el cerebro, pero ¿hasta qué punto? ¿Y en qué alimentos se encuentra?
-Fue el primer aminoácido que se demostró esencial porque sin él no puede desarrollarse la vida ni ésta evolucionar. El triptófano es sagrado en el mundo biológico. Es el que permite la fabricación de serotonina y el 50% de ésta actúa sobre el aparato digestivo. Hablamos pues de 14 metros de “cañerías” llenas de nervios que funcionan con la serotonina que aporta el triptófano. El resto va para el cerebro. Es por tanto vital para todo el metabolismo. Tanto para el sistema digestivo como para el cerebro. Y como el organismo no lo fabrica hay que ingerirlo con la comida sabiendo que se encuentra sobre todo en las pipas de girasol –la fuente más abundante- los cereales integrales, las legumbres, la leche, los huevos, el pescado, la carne, las uvas y las pasas. No se encuentra en cambio apenas en las verduras y por eso las personas que siguen una dieta sólo a base de verduras y frutas no ingieren normalmente suficiente triptófano. Mire, el gran desarrollo de la humanidad se produce cuando incorporamos las semillas a la dieta; en el momento en que tuvimos arroz, trigo y legumbres empezamos a incorporar aminoácidos esenciales y a evolucionar.
–¿Y el alzheimer o el parkinson? ¿Tienen que ver también con la alimentación, con la falta de nutrientes adecuados?
-Hombre, claro. Ahora bien, le diré algo: en España hay muchas personas diagnosticadas de alzheimer porque en un determinado momento se condicionó la administración de algunos medicamentos caros… a sufrir esa patología. Pero si se analizaran hoy de nuevo se vería que muchas de ellas sufren en realidad demencias ateroescleróticas, demencias lentas, etc., que se pueden tratar con buenos resultados. Hablamos de un deterioro cognitivo global que afecta a diversas funciones, muchas de las cuales se pueden valorar, se pueden recuperar porque hay ejercicios para ello. Hoy hay un esfuerzo enorme de investigación sobre cómo mantener un cerebro sano muchos más años. Pero toda terapia de antienvejecimiento cerebral se centra básicamente en un correcto diagnóstico, eliminar todos los tóxicos posibles, cambiar de hábitos de vida y nutrir y estimular el cerebro.
LA RECUPERACIÓN ES POSIBLE
–¿Seguir una adecuada nutrición en un entorno lo más sano posible -tanto a nivel físico como emocional- podría permitir recuperar a nivel físico un cerebro?
-Sabiendo cómo, sí. Es posible regenerar un cerebro a razón de dos gramos al día. Luego en dos años se podría recuperar en muy buena medida un cerebro. Esto se comprueba por ejemplo cuando se trabaja con ejecutivos muy estresados. En nuestra clínica les desintoxicamos, nutrimos y recuperamos… pero no de manera inmediata. A veces se necesitan meses para que vuelvan a alcanzar su máximo rendimiento.
-¿Y esa recuperación pasa necesariamente por una hospitalización?
-Lo ideal sería poder trabajar como los japoneses antiguamente, en aquellos monasterios para el estrés que yo conocí hace 30 o 35 años donde la recuperación se realizaba en un ambiente zen, sin ruido, donde los monjes pisaban con calcetines para no molestar y el alimento consistía en arroz, té verde y pescado. Con el monje sólo se hablaba de vez en cuando. Así el cerebro se va recuperando. Hoy tenemos que buscar alternativas. Por ejemplo, con el turismo rural. Es bueno escaparse el fin de semana o una semana entera al monte a un lugar sin ruido. Otra opción son los balnearios que son una forma muy antigua de recuperación, anterior a los romanos. Es decir, que ya desde la antigüedad se sabe que estando fuera de órbita una temporada, alimentándose bien, recuperando el sueño y paseando un poco se recupera el cerebro.
–¿Habría que eliminar de forma radical algo en la dieta?
-Nosotros siempre sugerimos de entrada que se tome mucha fruta y verdura además de más cuchara y menos sartén. Es decir, la sartén es lo que no deberíamos utilizar. La fruta es el único limpiador natural antioxidante que tenemos. Eso sí, hay que tomarla de primer plato siempre para que pase por el estómago y limpie. Las legumbres deben ingerirse asimismo tres o cuatro veces por semana; variadas porque no se trata sólo de comer lentejas que es lo más habitual. Y arroz integral siempre que se pueda. Lo mismo que pan con salvado o pan integral. Todo lo que sean semillas es bueno. En cuanto al pescado siempre a la plancha o al horno. En España tenemos el ajo, el perejil y el aceite de oliva que ayudan muchísimo. El mosto de uva, por cierto, es igualmente divino porque contiene ácido glutámico en gran cantidad. Los alimentos fritos son los que deberían restringirse o eliminarse.
-Y díganos, ¿cómo abordan las situaciones de violencia en las que el paciente se
puede hacer daño a si mismo o a los demás?
-Ante todo hay que hacer una buena historia clínica porque en la mayoría de las ocasiones suele haber detrás un cuadro de intoxicación grave. Sea por exceso de cafeína, anfetaminas, cannabis, cocaína, etc. Una vez se sabe la posible causa procede decidir si es mejor que esté simplemente ingresado en una clínica o llevarlo a un sitio cerrado. Nosotros no tenemos centros cerrados porque económicamente son muy caros pero en Inglaterra y Alemania por ejemplo se trata a los enfermos con líneas de trabajo similares a las que le comento en lugar de tenerlos sometidos a medicación constante. En Alemania Oriental se trabaja mucho con la dieta y el ejercicio además de eliminar tóxicos. Así se puede mantener al enfermo con sólo un 20% de medicación, mucho mejor nivel cognitivo y haciendo una vida más regular.
ADICCIÓN Y TOXICIDAD DE LOS FÁRMACOS
-¿A su juicio son a veces necesarios los psicofármacos?
-Cuando damos dosis de ISRS es porque no queda más remedio… o porque el propio enfermo te la pide. Pero siempre damos dosis mínimas para después, en cuanto podemos, retirarlos. A fin de cuentas se trata de sustancias químicas que actúan sobre los receptores, sobre la transmisión neuronal, pero que son ajenas a nuestro organismo. Tenemos pues que conseguir que ese cerebro funcione bien lo antes posible sin fármacos. En suma, si se utiliza medicación ha de ser en las dosis justas y durante el tiempo mínimo necesario para luego retirarla cuanto antes.
-¿Se ha convertido la adicción a la medicación en uno de los principales problemas de los pacientes con depresión?
-Nuestro trabajo anterior con alcohol y drogas nos ha llevado a especializarnos en desintoxicación y desde esa perspectiva debo decir que hemos comprobado en los últimos años que la escalada iatrogénica producto de la ingesta de fármacos es muy fuerte. Muchas personas toman grandes dosis de varios antidepresivos y como se ponen muy nerviosas ingieren además benzodiazepinas, antiepilépticos, simbastatinas, omeprazol… En suma, seis o siete fármacos a dosis muy elevadas. Desintoxicarles pues es lo más urgente y costoso. Piénsese además que cada uno metaboliza los fármacos de forma diferente. Hay quienes con dosis muy bajas ya quedan enganchados. Además los síndromes de discontinuidad son muy graves. Nosotros llevamos toda la vida trabajando con adictos al alcohol y a drogas de todo tipo y sabemos bien que es bastante más difícil desenganchar a alguien de las benzodiazepinas que de la cocaína. Otra cosa es el resultado que se pueda obtener con lo que queda de un cerebro después de que se lo hayan machacado.
-¿Admite usted que se está hipermedicando hoy a muchos jóvenes por trastornos de comportamiento cuya simple existencia es más que discutible?
-Sí. Y se trata de un tema por el que están empezando a saltar chispas entre los propios profesionales. Por eso somos cada vez más psiquiatras los que nos hemos rebelado ante esta situación. Un niño puede tener una enfermedad o un trastorno del comportamiento pero antes de ponerle una medicación que actúa sobre su proceso formativo neuronal hay que hacer un diagnóstico muy exquisito tanto a nivel individual como familiar, de tóxicos como de nutrientes. ¿Qué hacemos nosotros? De entrada, un diagnóstico general. Después eliminar todo tipo de tóxicos: los procedentes de malos hábitos -no se puede dejar que un niño se alimente sólo de colas y chuches- y, por supuesto, el alcohol, el cannabis y cualquier otra droga. También buscamos la recuperación de hábitos funcionales -la fruta, la dieta, el pescado azul que la mayoría no consume-, trabajar con las vitaminas B para el cerebro… Y si es necesario ver por cartografía cerebral cómo funciona el cerebro.
Y para colmo ahora nos enfrentamos a un nuevo y grave problema: los disruptores endocrinos, sustancias químicas presentes en nuestro entorno que afectan gravemente a la salud. Si ese niño tiene un problema de disruptores, es hijo único y se ha llevado todos los tóxicos de la madre nos vamos a encontrar con un problema bastante difícil de manejar. Por tanto hay que ser enormemente precavido antes de recetar un medicamento aunque al tomar el fármaco el niño se quede más “tranquilo” o apruebe en el colegio… Bueno, esto es algo que según los últimos estudios no se consigue ni con fármacos.
-De hecho se oyen cada vez más voces denunciando que menudo lo que se busca es sólo que los niños estén “tranquilos”, que dejen de “molestar”.
-Es verdad. Y no se puede consentir. No se puede jugar con el cerebro, especialmente cuando se trata de niños de siete u ocho años a los que les quedan diez más de formación neurológica. Los psiquiatras no sabemos qué es lo que puede ocurrir al meter en un organismo un estimulante. Yo jamás he recetado una anfetamina; antes bien, me he pasado la vida retirando anfetaminas, morfina y de repente ahora todo el mundo me viene con unos analgésicos potentísimos del grupo de los opiáceos para tratarse cualquier dolor o con un tipo de anfetaminas “light” para niños. ¡Justo la antítesis de lo que he estudiado para la defensa del cerebro! ¡Lo contrario de lo que he estudiado y aprendido!
-De hecho precisamente son nuestros jóvenes los más castigados hoy tanto por la toxicología farmacológica como por una deficiente alimentación…
-Hoy se pierde el control de los jóvenes a partir de los trece años lo que ha dado lugar a hábitos alimenticios muy perniciosos y el abuso de alcohol y drogas. Y claro, muchos no están en muy buenas condiciones físicas. Hombre, posiblemente en el Medievo estuviéramos peor pero para lo que ahora sabemos hemos llegado a un punto frustrante. Prueba de ello es la enorme cantidad de incapacidades que hay a nivel laboral a edades muy tempranas a causa de enfermedades que nunca debieron aparecer. En estos momentos las peticiones de incapacidad laboral en jóvenes que no han trabajado ni van a trabajar nunca, que están entre 16 y 25 años, pone los pelos de punta. Todos los días llegan peticiones para jóvenes con el sello de esquizofrenia, psicosis, etc., chicos con el cerebro machacado por el alcohol, el cannabis u otras drogas además de por los fármacos que les han dispensado.
MEDICINA ECOLÓGICA FRENTE A MEDICINA OFICIAL
-Díganos, ¿cómo es posible que existan ya 374 “trastornos mentales” distintos catalogados? Cada vez más voces denuncian que la razón es solo una: vender más y más fármacos.
–En estos momentos poner apellido a una enfermedad significa poder proponer una medicación y que se siga un ritual para ella. Cada vez que sale un “manual de diagnóstico” una parte de los psiquiatras se queja de lo que está haciendo la parte oficial. Hay una serie de señores muy importantes –incluidos algunos catedráticos- que hoy se dedican a decidir ese tipo de cosas mientras los de a pie nos dedicamos… a quejarnos de lo que ellos hacen. En el mundo en el que estamos entrando están los que se quejan -los “de a pie”- y los que intoxican -que son los que mandan-. Bueno, pues en el mundo de la Medicina pasa igual. En estos momentos hemos entrado en un impasse en el que la Medicina debe replantearse todo: lo que sabe o cree saber de los fármacos, la alimentación, la nutrición, la contaminación electromagnética… Y es que está en tela de juicio nuestra propia supervivencia por lo que debemos empezar a replantearnos lo que estamos haciendo mal a todos los niveles.
-¿Aplicar los principios de la medicina higienista a los trastornos mentales y/o conductuales no les ha llevado a ustedes a la marginación?
-Nosotros, al igual que los médicos naturistas y los homeópatas, hemos sido ninguneados a todos los niveles en España. Se nos han restringido hasta los foros en los que poder hablar. Es más, se nos ha perseguido, maltratado, vilipendiado y, lo que es peor, se nos ha tratado de destrozar en nuestro propio entorno. Y eso ¡a diario! Claro que una medicina natural requiere de otra visión filosófica, de una visión ideológica completamente diferente.
-¿Y cree que será posible en el futuro revertir esta situación?
-Mire, tengo claro que el sistema no puede ya permitirse hacer una medicina tan cara y de resultados tan malos. Y que la salud de la gente en general empeora lo indica el cada vez mayor número de personas que acuden a los médicos con deterioros cognitivos e invalideces de todo tipo. Es obvio que los tratamientos se reducen hoy a la ingesta de fármacos cuyos costes son cada vez más altos pero sus resultados igual de decepcionantes y que el sistema no funciona. El gobierno vasco reconoció recientemente que ya no puede hacer frente a la factura de los neurolépticos que se da a los enfermos mentales.
Mire, la sociedad tiene que replantearse la actual política sanitaria paternalista y empezar a exigir a cada persona que se responsabilice de su cuerpo y de su cerebro. Debe enseñarle buenos hábitos de vida, a nutrirse adecuadamente, a hacer ejercicio y a cuidar de sí misma. Toda persona que enferma debe entender que debe ser él el protagonista de su propio cambio. No podemos seguir como hasta ahora. Si una persona decide alimentarse mal, drogarse o envenenarse allá él pero que luego utilice eso para que se le diagnostique una “depresión” y se le otorgue una jubilación para que siga haciendo lo mismo no es ya de recibo. No podemos seguir subvencionando a quienes solo piensan en sí mismos y en divertirse y, en cambio, a la persona que sufre, trabaja y se la juega todos los días pero no tiene suerte se la deje por ahí buscándose la vida como pueda.
Antonio Muro
REPORTAJE NÚMERO 129 / JULIO – AGOSTO / 2010
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