En la Edad Media se pensaba que el oro tratado y convertido, según un proceso especial, adquiría cualidades energéticas, capaces de liberar poder curativo. Poder éste que tradicionalmente se suponía era el rey, el elixir de la larga vida, con capacidad de curar todas las enfermedades del cuerpo, el alma y el espíritu.
Paracelso lo usaba como la “Panacea Universal”. Hoy día, a través del conocimiento de la nueva física y la investigación de la medicina vibracional, se va redescubriendo esta cualidad “áurica”, tan altamente estimada en la antigüedad. La Tradición Alquímica consideraba que, al ser metal noble por excelencia, su energía vibracional-áurea, es capaz de ennoblecer aspectos de la “Psique” mancillados por la personalidad, devolviéndole su estado “Dorado”. Claro está, que no se trata de un oro metálico y de una acción o cualidad de orden físico, sino vibracional.
Las Esencias Aureas son un sistema de remedios vibracionales, que si bien pueden relacionarse con las esencias florales convencionales, se diferencian notoriamente por su rango y direccionalidad energética. Dicha diferencia tiene su origen, fundamentalmente, en los procesos de elaboración, ya que en ellos se sintetizan tanto protocolos florales convencionales, como protocolos espagíricos. Estos últimos les confieren resonancia o vibración “áurea”.
El porqué de estas nuevas esencias, tiene mucho que ver con la búsqueda de un nuevo “techo” en la “cura” del ser humano, tanto de desequilibrios conocidos, como de desequilibrios menos conocidos relacionados con la “amnesia primordial” del hombre. Como fruto de esta síntesis de elaboración y de esta nueva resonancia, se obtiene una acción más profunda, amplia y eficaz, que posibilita excelentes resultados con un número reducido de elementos. Son extraordinariamente eficaces en liberar y aliviar, al tiempo y sin alternancias, los bloqueos emocionales y las consecuencias asociadas a dichos bloqueos. Las Esencias Aureas están divididas en tres sistemas de 11 remedios cada uno: Las Flores del Alba, Las Damas Aureas y Las Rosas de Percival. Dichos sistemas pueden usarse coordinada o separadamente, puesto que cada uno de ellos es un sistema completo que a su vez puede complementarse con los otros dos. El enfoque de trabajo de los tres sistemas seria el siguiente:
Flores del Alba: Trabajan sobre el “psiquismo celular” y la coherencia de frecuencias energéticas a nivel celular. Son esencias de Equilibrio y Restauración; esto es, ayudan a recobrar lo que se entendería por equilibrio psicoemocional normal. Damas Aureas: Trabajan sobre los “defectos psicológicos” y la coherencia de frecuencias energéticas a nivel de las siete áreas mentales. Son esencias de Catarsis y Autoconocimiento que posibilitan entrar en otro nivel de apreciación de sí y entender los niveles de equilibrio por alcanzar. Rosas de Percival: Trabajan sobre la “resonancia” inactiva de los fluidos por causa de los defectos psicológicos. Son Esencias de Recuerdo y Evolución que posibilitan, en función de la propia coherencia interior, una apreciación menos virtual y más real del mundo.
Las Flores del Alba y las Damas Aureas son de un facilísimo manejo, caracterizándose por tener las mismas bondades de inocuidad de las esencias florales, incluso con menor posibilidad de “crisis curativas” y con excepcionales resultados en cualquier tipo de desequilibrio. Las Rosas de Percival son igualmente bondadosas en su manejo, pero requieren otro nivel de formación vibracional para una eficaz utilización, por lo que les presentamos una breve introducción Las Esencias Aureas no tienen acción o efecto fisiológico alguno y todas las acciones referidas anteriormente son de cambios vibracionales sin incidencia biológica.