La técnica de la imposición de manos es una terapia que lleva realizándose durante miles de años. No se conocen sus orígenes exactos, pero se ha dado en todas las culturas, siendo la primera de ellas el Antiguo Egipto. Jesús y Buda comparten esta técnica en sus sanaciones supuestamente milagrosas, en la que usaban las manos para compartir su energía. En épocas más modernas, ya en el siglo XVIII, el médico Mesmer indicó que la técnica de la imposición de manos tiene que ver con la energía que une al hombre con la tierra y los cuerpos celestes, y que se puede canalizar a través de las manos.
En la actualidad, esta técnica se ha consolidado, comprobando la existencia de esta energía, que puede ayudarnos a mejorar tanto física como emocionalmente. Para aliviar una dolencia o contribuir a sanar una enfermedad con esta técnica, se colocan las manos a unos 10 centímetros del lugar en el que se desea influir, o simplemente sobre la cabeza, para que la energía circule por todo el organismo, durante un tiempo no mayor a los diez minutos. Esta terapia consigue desbloquear nuestros centros energéticos y hacer que una renovada corriente de energía recorra nuestro cuerpo, ayudándonos a mejorar nuestro estado de salud general y mejorando nuestro estado emocional.