La adolescencia es una de las etapas más conflictivas de la vida, ya que está dominada por la confusión en la que nos sumimos tras dejar atrás la infancia y enfrentarnos a una vida adulta que nos atemoriza. Los cambios psíquicos y fisiológicos son una fuente de problemas, que pueden ser ingobernables, pero que puedan mejorar con las terapias de adolescentes.
Las relaciones interpersonales son las que más padecen en esta etapa, ya que, al cambiar tanto la mente como la forma de vida, los adolescentes no se comportan del mismo modo con aquellos con los que tenían relación antes de que empezasen los cambios, en especial, sus padres. Si la situación se vuelve insostenible, los padres pueden tomar la decisión de acudir a una terapia. Los trastornos que éstas pueden tratar son: trastornos generales de adaptación, adicción a Internet, adicción a los videojuegos, alcoholismo precoz y abuso de otras sustancias, como toda clase de drogas legales o ilegales, trastornos de la alimentación, estrés postraumático, o problemas de conducta en general. La terapia ayuda a los jóvenes a adaptarse a la nueva imagen de su cuerpo, a definir poco a poco su identidad a partir de las nuevas experiencias y valores que vayan adquiriendo, y a integrarse socialmente.