El autoconocimiento es la base de la mejora de muchos de los conflictos que anidan dentro de nuestra mente. Este concepto se ha desarrollado en todas las corrientes filosóficas, desde las más antiguas hasta las que se desarrollan aún en nuestros días, aunque empezó a concebirse como terapia en la llamada psicología humanista, una rama de la psicología que pretende no solamente curar patologías, sino que las personas accedan a todo su potencial para así poder mejorar su vida.
El autoconocimiento va emparejado con el desarrollo personal. Estos dos conceptos hablan de los roles que adoptamos a las personas y cuyas características, en ocasiones, impiden que sigamos creciendo interiormente, y que son el rol acusador-recriminador, el rol conciliador-suplicante, el rol super razonable-computador y el rol irrelevante-impertinente. Para superar estos compartimentos estancos debemos llegar al rol congruente-auténtico. El camino para lograrlo es la excelencia personal, que nos indica que todo individuo que toma conciencia de lo que es, siente, piensa, hace, desea y dice esta puede llegar a conocerse a fondo a sí mismo y a lo que le rodea, y podrá poner más relevancia en el ser y no en el deber ser, mejorando de esta forma su autoestima y alcanzando la plenitud.